10 de marzo de 2014

Macerado con rosa canina o rosal silvestre (escaramujo)


Se encuentra en caminos, lindes y tierras abandonadas, es un arbusto muy abundante. No tiene confusión pero sí entre sus diversas variedades: rosa canina, rosa tomentosa, rosa rubiginosa y rosa sempervirens (la famosísima rosa mosqueta común), cada una tiene más de cinco especies, pero las propiedades son las mismas.
En septiembre es cuando se recoge el fruto de esta planta, el escaramujo o agavanza. En éste mes empieza a arrugarse y a cambiar de color, de un rojo intenso pasa al naranja acabando en un marrón oscuro.
Me gusta hacer el macerado cuando aún no ha secado por completo, aunque a veces lo deshidrato para los extractos. El aceite coge un color anaranjado y da un bonito tono a los jabones y cremas.
Se usa también para hacer mermeladas pero es trabajosa, hay que separar las semillas y lleva mucho tiempo, así que descarto esta utilidad.
En medicina se emplea todas las partes, hojas, flores, frutos y raíces. En cosmética, por ser rica en taninos, es muy utilizada para cremas por sus propiedades antioxidantes al contener vitamina C concentrada en la piel de los frutos, considerándose uno de los regeneradores celulares más importante para la piel (estrías, cicatrices, manchas, arrugas). Y como anécdota contaros que con la pelusa de la semilla se hacen los polvos pica pica.
Para el macerado peso 500 gr. de escaramujos triturados y la misma cantidad de aceite de oliva. Lo caliento a 37 º durante tres horas removiendo a menudo y lo dejo toda la noche en reposo. Al día siguiente lo cuelo dos veces y congelo lo que no vaya a utilizar.







 






3 de marzo de 2014

Pasta casera con salsa de tomate y requesón






Cuando vi el proceso de elaboración de pastas frescas en una fábrica de Argentina, con esas máquinas, antiguas pero enormes, de amasar, cortar y rellenar, pensé que lo mío era lo más parecido a un juego. Me siento, entre la mini-amasadora, la maquinita para cortar la pasta y el tendedero de madera para secarla, como si jugara a las comiditas cada vez que voy a preparar pasta, de todo pero a escala reducida.
La primera vez que las hice me ocurrió exactamente igual que cuando preparé jabón, tuve que tirar todo el engrudo y lo olvidé por un tiempo. Pero insistí hasta que salió algo parecido a un espagueti, luego lo perfeccioné.
Voy con la receta:
500 gr. de harina (a ser posible sémola de trigo)
5 huevos grandes. Se puede hacer sin ellos, reemplazándolos por agua, pero no están tan ricos.
1 cucharadita de sal
La masa debe quedar dura, compacta. Amasarla (si no tenéis maquina) durante 15 minutos hasta que se forme un bollo liso dejándolo reposar 30 minutos cubierto con un paño húmedo.
Cortar trozos de 130 gr. aprox. y estirarlo con un rodillo espolvoreando con harina. Es un trabajo algo pesado, pero las primeras 10 veces es mejor hacerlo así, con el tiempo si veis que os engancháis podéis comprar la maquina.
Las tiras deben quedar muy finas y hay que dejarlas orear unos 15 minutos (mejor utilizar un palo de madera para tenderlas). Espolvorear las tiras, enrollarlas  y cortar cintas de aprox. 1 cm de ancho (esto para los que no tenéis cortadora, los que tengáis máquina os vais a orientar con las fotografías). Dejarlas secar.
Ya están listas para cocinar. Estas pastas congelan muy bien, así que podéis preparar más cantidad para otra ocasión. Y hacerlas es tan fácil o tan complicado como hacer un par de tortillas de patatas, depende de las veces que las hagáis.

El plato lo acompañé con una salsa de tomate y trozos de requesón, con parmesano rallado.






 




Importante si utilizáis máquina, las tiras de pasta para cortarlas en espaguetis deben espolvorearse con bastante harina antes de pasarse por los rodillos. Si os sale rizada es que no está bien seca.