2 de julio de 2014

Rehabilitación de un mueble callejero

El mueble estaba en una esquinita, medio escondido. Yo creo que alguien le echó el ojo y decidió semiocultarlo para pasar a recogerlo más tarde con un coche, fue la impresión que tuve. Le habían quitado casi todos los tiradores y las patas traseras estaban rotas, no tenía buena pinta sin embargo sí que le vi muchas posibilidades, mi marido ninguna pero me dio el capricho y lo cargó en el coche.

No tengo paciencia para rehabilitar un mueble así que ya sabíamos a quién le iba a tocar, es el mejor para estas cosas. Sin tener demasiados conocimientos de restauración se lo trabajó a conciencia, lento y prolijo, a pesar de mi desesperación por querer acabarlo ya!

Pensé decaparlo entero y darle algún tono envejecido, pero estoy ya un poco cansada de esta moda y preferí dejarlo “tal como era”.

Lo primero fue una limpieza a fondo, mi única colaboración. Comenzó quitando de la tapa un plastificado horroroso que imitaba a madera pero a mitad de trabajo vimos que estaba bastante deteriorada y hubo que comprar un tablero nuevo de contrachapado. Muy desmoralizante. Frases como “… yo no sé para qué te hice caso…” y otras por el estilo tuve que escuchar durante un tiempo.

Puso nuevas las patas de atrás, a todos los cajones les cambió el fondo y las cerraduras, y encoló algunas piezas y trozos de chapa que estaban rotas o despegadas. Éste último fue el trabajo más complicado, había que dibujar “el roto” en un papel, colocarlo sobre un contrachapado de pino y recortarlo con una segueta, después lijarlo, teñirlo del color más parecido al mueble y pegarlo. Prueba superada con un seis.

Con varias capas de barniz (no recordamos cuántas) y sus correspondientes lijados lo terminó. Yo elegí los embellecedores. 







  




Mirad qué graciosa la ayudante de mi marido. Para qué querría ese "pedazo de palo"?




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