Este bizcocho al que llaman “el de la abuela”
(denominación ya muy cansina), lo
utilizo de base para los bay biscuit, bizcochitos tostados al horno y que pueden
durar bastante tiempo guardados en caja de latón, opción interesante para las
que racionamos los dulces por si los kilos. Es una receta nada complicada y así
descansamos un poco del glamour que nos impone la repostería de hoy.
Indispensable para esta receta un molde de aluminio lo más
alto posible con agujero en el centro y muy importante no untarlo de mantequilla y harina (solamente el fondo),
pues la finalidad es que la mezcla se agarre a las paredes.
Los ingredientes son:
6 huevos
180 gr. de harina
180 gr. de azúcar
Podéis echarle una cucharadita de levadura, pero no le hace
falta.
Tampoco lleva aceite pero si os gusta poner unos 40 gr. de
girasol.
Hay que batir los huevos con el azúcar y levantar la
mezcla, tiene que coger bastante aire para que suba el bizcocho. Quien tenga
batidora para claras le facilitará mucho la tarea. A continuación se va
integrando de a poco la harina con movimientos suaves, a mí me gusta tamizarla
pero podéis saltar este paso. Y ya está, lista para echarla en el molde.
Temperatura baja 180 º durante 25 minutos aprox, según horno.
El motivo por el que el molde debe ser más alto es que,
recién sacado del horno, hay que ponerlo boca abajo y colocarlo sobre un
soporte que le separe de la encimera. El bizcocho se agarra a las paredes
(cuanto más espacio tenga para adherirse mejor), y así no se produce el temido bajón.
Cuando se haya enfriado se raspan las paredes con una espátula para sacarlo. El
resultado es muy bueno.
El bizcocho ya está hecho ahora hay que cortarlo en
rebanadas finas y tostarlas en el horno. Con este paso le quitamos la humedad y
lo dejamos crocante, así se podrá conservar durante un tiempo y evita el tener
que consumirlo en pocos días. El acompañamiento, el que queráis, con mermelada
de tomate verde hecha en casa, por ejemplo.
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