El pasado sábado me fui cargada al pueblo vecino,
Majaelrayo, con unos cuantos cacharros y ropa que ya no utilizo o no necesito.
Dos veces al año se organiza en el pueblo este juego que consiste en cambiar lo
que ya no quieres por algo que te hace falta o te gusta sin más.
El dinero no está permitido, regla número uno, incluso te
miran raro si lo propones, cuestión de ética que está muy bien.
Llama la atención cómo cambia el valor de las cosas. No hay
que pensar en euros sino en necesidades, así se gana en este juego. Se entiende
mejor si os comento los cambios que hice: una jarra antigua de cristal por dos
barras de pan, una sopera de porcelana por una receta de comida, una hamaca y
dos banquetas de bambú por un pañuelo, un tronco de roble por una cortina.
Todos nos fuimos pensando que hicimos el trueque perfecto. Acabamos con una
comida en medio de la plaza y despidiéndonos hasta el 12 de abril que será el próximo.
No me lo voy a perder.
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