16 de octubre de 2013

Amarettis de almendras y cacao

 

Estas galletitas no son nada complicadas. Nunca me lio con recetas que den trabajo o lleven ingredientes altos en calorías. Son ideales para acompañar con el café, ligeras, pequeñas y te dejan un sabor muy rico, perfectas para las que nos guste terminar las comidas con algo dulce que no empalague.
La primera vez que leí la receta ya me echó para atrás. Había que hacerlas con manga pastelera, utensilio que me da una pereza tremenda tener que usar. Y como para todo hay una segunda solución, empleé dos cucharillas. Después del resultado, no lo aconsejo, están demasiado buenas para quitarles la estética, merece la pena usar manga, aunque sea una bolsita de plástico agujereada en uno de los extremos, que es lo que yo utilicé.
 
Los ingredientes son:
150 gr. de almendras sin piel y tostadas
100 gr. de azúcar
2 claras
1 cucharada de cacao amargo en polvo
1 cucharadita de crémor tártaro. Para las curiosas o las que no conozcan este ingrediente pongo al final una nota explicativa. Podéis sustituirlo por una pizca de sal y unas gotitas de limón.
3 gotas de esencia de almendras. Si no tenéis, no dejéis de hacerlas por este contratiempo, saldrá igual de bien. No sustituirla por esencia de vainilla, en muchas recetas la agregan y el resultado no es el mismo, a mí no me gustó, se pierde bastante el sabor de la almendra.
Montar las claras con la mitad de azúcar y el crémor tártaro. Levantarlas hasta que estén firmes.
Las almendras hay que triturarlas muy bien con el resto del azúcar agregando a continuación el cacao y las claras.
Mezclar despacio e incorporar la esencia de almendras.
Dejar reposar una hora
Ir montando las galletitas (en forma de copos pequeños) con la manga pastelera sobre papel de horno. La temperatura de cocción debe ser suave, no debe sobrepasar los 130º-150º (si os sube la temperatura del horno podéis abrirlo un poco para reducirla), durante media hora o un poco más. Están hechas cuando se sueltan del papel.
Veréis qué ligeras son.
El crémor tártaro en repostería se utiliza como estabilizante para los merengues, soufflés, nata montada, etc. Da firmeza a estas preparaciones.
También se añade a los dulces para darles una textura más cremosa y evitar la cristalización del azúcar.
Se puede emplear además para conseguir masas con más volumen.

 




 

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